Tras la cirugía que se practicó en la cabeza hace varias semanas, Maradona descansaba en su casa con los cuidados de una enfermera y un guardaespaldas, mientras que un sobrino se encontraba de visita.
Al parecer sentía la imperiosa necesidad de continuar alimentando su vicio de las drogas, pero al estar tomando aún otros medicamentos, los efectos de la cocaína se multiplicaron rápidamente y le produjeron un infarto fulminante. Los presentes no supieron cómo reaccionar y solo media hora después se les ocurrió llamar a una ambulancia, después de haber lanzado por el inodoro las drogas que consumía.
Las personas adictas a este tipo de estupefacientes, no pueden dejarlo nunca a menos que sean recluidos, y vigilados las 24 horas del día. En este caso, el propio Maradona había pedido para ir a recuperarse en su casa ya que sabía que no tenía la vigilancia activa de los médicos y podría seguir con su fiesta nasal, lo que le llevó a la muerte de una manera terrible, ya que los dolores que sintió seguramente fueron los más fuertes e incómodos que un humano puede soportar, así como pasa con los demás drogadictos cuando sufren ataques del sistema nervioso.
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